Me
gusta el Museo del Prado. Van Der Weyden (2)
En la exposición
de Rogier Van Der Weyden en el Museo del Prado de Madrid podemos ver estos días
las mejores obras de este pintor:
1.- El Calvario de
Scheut. Excepcional cuadro recién restaurado.
2.- El Tríptico de
Miraflores. Muestra tres momentos de la vida de la Virgen , encargo del rey
Juan II de Castilla y León, que quería usarlo en un altar portátil, pero que
luego cedió a la Cartuja
de Miraflores de Burgos (año 1445). Consta de tres partes en las que aparece la Virgen con el Niño, la Piedad y una escena en la
que la Virgen
comprueba que se ha producido el milagro de la Resurrección. Tan
gran éxito tuvo la obra que el taller del autor tuvo que hacer cuatro copias
que hoy están en los mejores museos del mundo. Igualmente Isabel la Católica , hija de don
Juan II, gustaba mucho del cuadro, y encargó a su pintor favorito, Juan de
Flandes, una copia tan buena que hoy podemos verla, aunque incompleta, en el
Metropolitan Museum de Nueva York. Pero tras 400 años presidiendo la sacristía
de la Cartuja ,
los malvados franceses llegaron allí en 1808. Y uno de sus generales, Jean
Barthélemy D'Armagnac, vio la obra, le gustó y se la llevó “por la cara”. O
sea, que la robó, sacando por ella una jugosa cantidad de dinero al subastarla
en la casa británica Christie’s en el año 1836. Pasó luego por las manos de la
monarquía holandesa y finalmente acabó en la Staatliche Gemäldegalerie ,
o Galería Nacional de Berlín, donde hoy en día se conserva. Y si esperamos que
nos la devuelvan alemanes o franceses, vamos dados. Menos mal que nos la han
prestado para esta exposición.
3.- El Altar de
los Siete Sacramentos. En el panel de la izquierda muestra el bautismo, la
confirmación y la confesión. En el central, con la crucifixión en primer plano,
la eucaristía. Y a la derecha, el orden sacerdotal, el matrimonio y la
extremaunción. Se expone en el Museo Real de Bellas Artes de Amberes y sirvió
de inspiración para otro tríptico famoso que también forma parte de la
exposición, traído a España desde Flandes en tiempos de Felipe II.
4.- El
Descendimiento. El azul del manto de María, que cae desmayada en brazos de San
Juan al ver el cadáver de su hijo, es uno de los lapislázulis más puros
empleados en todos los tiempos. Las figuras de Cristo y María yacen en posturas
paralelas para manifestar su doble pasión. Ver foto. Esta obra maestra,
realizada en torno a 1435, fue un encargo para la iglesia de Nuestra Señora de
Extramuros de Lovaina (Bélgica). Un siglo después, la hermana del emperador Carlos
I, María de Hungría, por un elevadísimo precio consiguió adquirirla,
vendiéndola luego a su sobrino Felipe II. Y cuando venía para acá, el barco en
el que viajaba naufragó, pero el embalaje era tan perfecto que la tabla flotó y
pudo ser salvada sin apenas daños. En 1564 se instaló en la capilla del palacio
de El Pardo y en 1574 pasó a El Escorial, aunque el padre prior del monasterio
criticó la obra, porque ver a la
Virgen desmayada y por los suelos le pareció una
irreverencia. En El Escorial seguía cuando empezó la guerra civil española
(1936-39). La pintura se la llevó de España el gobierno republicano, que quería
sacar una pasta vendiéndola, pero estando en Ginebra los abogados de Franco
pudieron impedir la subasta in extremis. Regresó en 1939, siendo incluida en la
colección del Museo del Prado, donde permanece hoy en día.
5.- La Virgen con el Niño, Madonna
en Rojo, o Virgen de Durán. Denominada así por su último dueño, el aristócrata
Pedro Fernández Durán quien la legó al Museo del Prado tras pasar por las manos
de múltiples coleccionistas privados. Esta Virgen se convirtió en el icono
perfecto, adoptado como ejemplo por todos los maestros flamencos y españoles de
su época, que pintaron muchísimas vírgenes.
La azarosa vida de
estas obras deja muy claro el valor que siempre se les ha atribuido. Felipe II,
gran coleccionista del mejor arte, hizo no poco por hacerse con ellas,
haciéndole de paso no poco favor al actual proyecto de atraer a España ese
turismo de calidad que tanto necesitamos. Son una maravilla. Y ahora, por
primera vez en la historia, están reunidas y podemos verlas. Es una exposición
que nadie puede perderse, pero, ¡ojo al dato!: se clausura el 28 de junio del
presente año.